25 de noviembre de 2013

Lo que dejamos atrás

¿En qué momento del camino decidimos despojarnos de todo?
Quedarnos desnudos, desprotegidos.
Pero, ¿desprotegidos ante qué? ¿existe un peligro mayor que no tenerse a uno mismo?
¿Estamos perdiéndonos, perdiendo nuestra esencia a medida que avanzamos? Tal vez solo estemos naciendo de nuevo, despegando de nuestros cuerpos todas las cosas que no nos dejan ser nosotros mismos.
Estamos descubriéndonos.
Siento cómo algo se despega de mi piel y aunque cierro el puño no puedo contenerlo, se escapa para siempre.
Mis ojos ven más nítido, escucho mi respiración, me siento más ligero, pero más fuerte.
Aun así estoy asustado, ¿qué es lo que se ha alejado tanto de mi? ¿por qué no lo reconozco? ¿qué es exactamente lo que está pasando conmigo?
Necesito entender todo esto, necesito reconocerme en este cambio, no olvidar que lo que se ha ido debía irse, aunque yo haya intentado retenerlo conmigo el tiempo que fuese posible.
Quiero renacer, sentir el éxtasis que es vivir como siempre he querido.
Quiero morirme cada vez que me falte aire nuevo y que la primera bocanada después de abrir los ojos me haga sentir algo, lo que sea. Chocarme contra la vida una y otra vez, abrazarla y esperar que ella lo haga aún más fuerte. Romper cristales, sentir la adrenalina y mis pupilas dilatándose. Electrocutarme con alguien y no arrepentirme. Probar la sangre cada vez que esté agonizando y no olvidar nunca que no hay nada capaz de impedir que regrese.
Quiero llorar mientras le grito a aquella parte de mi que se escapa como seda entre mis dedos que no vuelva. 
Y no dejarla volver.