28 de octubre de 2014

Resiliencia

Que sensación tan amarga la de no gustarse a uno mismo.
No te gustan tus rodillas, tus pies enormes, tu poco culo, tus costillas que se notan de más, tu espalda, tu pelo, tu cara en general.
No te gusta cómo eres, no te gusta porque sabes que antes eras mucho mejor, odias ser tan despreocupado para las cosas que de verdad importan y tan obsesivo y autodestructivo con todo lo que no debería afectarte.
Todos tenemos asperezas que limar.
Yo he conseguido uno de los mayores logros en mi vida, me gusto.
Hay algo de mi que siempre he odiado y he sido capaz de capturarlo de una manera que me resulta increíblemente preciosa.
Me gusta fotografiar todas y cada una de mis debilidades, todo lo que no me gusta, porque lo transformo en algo con carga emocional y se vuelve un trofeo, algo que puedo mirar todos los días de mi vida y recordarme que está ahí y solo puedo protegerlo queriéndolo cada día más y más.
Este es solo otro paso hacia otra transformación.
La vida es cambio constante y yo siento que necesito renovarme a cada segundo, aprender algo, conseguir algo que me proponga, conocer a alguien, vivir.
Esa es mi esencia.