10 de junio de 2012

Cómo tocar un cardo y no pincharse.

Nunca te habías preguntado ese tipo de cosas, pero entonces me encontraste y te enseñé que puedes tirarte en medio de un campo de flores y sentir algo más que un simple "que bonito".
Te dije al oído todos y cada uno de mis secretos inconfesables.
Te cerré los ojos, te puse una espiga en la mano y lo adivinaste a la primera.
Te completé.
Te quise, y tu también me querías.

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