18 de septiembre de 2013

Donde la mente encuentra al alma

Me he dado cuenta de que soy increíblemente fuerte.
Hay mucha gente pasando por cosas horribles, cosas que destrozan la mente humana, que te vuelven alguien vacío, que pesan tanto que acaban pudiendo contigo.
Y a mucha de esa gente se les escapa la vida entre los dedos.
Rendirse ante uno mismo es el punto final de todo, como mirarte a los ojos y confesarte que no eres tan fuerte, que no puedes más, que abandonas.
Nisiquiera las cosas que dejas atrás pueden traer de vuelta lo que ya has entregado a la nada.
Ese punto es el que marca la cuenta atrás hacia el momento en el que un simple y sencillo impulso te lleve consigo.
Somos frágiles.
Pero yo sigo aquí, y no me permito pasar ese punto, no voy a entregarme al vacío, no quiero perder, no quiero tener que mirarme a los ojos cuando mi cuerpo ya no me pertenezca y pensar en todas y cada una de las cosas por las que debería haber sido más fuerte, incluso aunque no pudiese serlo.
Hay algo dentro de mí que me empuja a seguir hacia delante, que me da fuerza suficiente cuando de verdad lo necesito, que en los momentos críticos parece querer salir de mi y ser quien tome las decisiones.
Y creo que sé qué es.
Soy yo.