18 de septiembre de 2013

Necrosis

Parece que la enfermedad avanza cada día más, consumiéndome, ennegreciendo mi piel y quemando mis órganos.
Me siento corrosivo, ahora soy el portador de algo que nadie desea, la gente me rehúye, ahora reniegan de mí.
 Y cada vez que yo mismo me dejo caer por puro agotamiento siento cómo se inyecta en mí esa sustancia en descomposición, ese ácido que me recorre por dentro, que me deja cicatrices de las que no voy a poder recuperarme.
 Tengo la sensación de haberlo ido alimentando con el paso del tiempo, concentrando la dosis hasta hacerla parecer puro fuego líquido.
Estoy tan desgastado que no puedo sostenerme en pie, y es justo cuando me arrodillo, como suplicándole a algo omnipotente que me salve, cuando el gotero se pone en marcha y me recuerda que no hay nada que pueda impedir la venida de mi propia autodestrucción.
Y sigo sin saber qué hacer.
Me está comiendo y no sé qué hacer.