31 de julio de 2013

Hypothermia

El frío ha acabado conmigo.
La sangre que resbala por mis resquebrajados labios azules crea el contraste perfecto entre la vida y la muerte, entre lo que se escapa de mí y lo que ahora se ha apoderado de mi cuerpo.
La nieve se mece tranquila hacia mí, y ya no hay calor en mi cuerpo como para derretirla
Ya no tendré que preocuparme nunca más por todas las cicatrices que me hice mientras intentaba superar el frío, no tendré que volver a levantarme y buscar el sol, persiguiéndolo como si fuese a poder vencer con su ayuda, como si pudiese alcanzarlo tan solo con caminar en la dirección en la que parece estar.
¿Pero qué puedo hacer?
Todo lo que había en mi cabeza era confuso, no sabía siquiera distinguir lo real de lo que era producto del problema.
La desesperación de no entender nada de lo que mi cabeza maquinaba, de no reconocer si estaba bien o mal.
De todas maneras el tiempo es algo que no depende de mi, y ha seguido pasando, al igual que el frío ha seguido atacándome y ha acabado por ganar.
Quién sabe, tal vez no estaba confundido y realmente estoy bien, tal vez este frío es cosa de mi cabeza, al igual que todo lo demás.
Esto podría no ser más que un sueño, una realidad que estoy creando porque siento que algo no va del todo bien.
Y temo haberme herido a mí mismo en todo esto.
Pero la sangre sigue ahí, fluyendo, resbalando por mi blanco nuclear.